El fraude de la solidaridad: contratos de trabajo falsos para lograr papeles reales

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El fraude de la solidaridad: contratos de trabajo falsos para lograr papeles reales.

Muchos inmigrantes recurren a amigos para que les contraten de lo que sea. En los papeles de Carlos, argentino, figura una profesión: administrativo; trabaja de músico.

Hecha la ley, hecha la trampa. Muchos inmigrantes adquirirán el permiso de trabajo gracias a favores personales. Carlos, argentino, narra cómo una amiga le contrató como administrativo aunque trabaja como músico.

El ecuatoriano Carlos Tambuño fue el último en presentar sus documentos en una de las oficinas después de que su familia pidiera al guardia que no cerrara aún la verja.

C. Trujillo/R. Ruiz
Madrid- Regularizar: reglar, ajustar, poner orden en una cosa. El significado es claro. La palabra, pronunciada por Jesús Caldera hace unos meses, despertó más de un millón de expectativas. La interpretación libre venía a decir: las compuertas están abiertas. Hay que cumplir unos requisitos, pero están abiertas. Los que no los cumplan, tendrán que esperar. Es decir: «Siga buscando», «siga intentándolo», «otra vez será», «acójase a otra vía»...

Con todo lo exigido o sin ello, los inmigrantes han hecho cola para empadronarse, han pedido a sus empresas que los contraten, han rebuscado en los cajones de sus casas pequeñas y alquiladas cualquier papel, cualquier justificante de compra o de envío de dinero a sus países que certificase que su entrada en España fue anterior al 8 de agosto de 2004. Aún así son muchos –cerca de un millón– los que se quedarán fuera de la regularización.

Alternativas.

Algunos, no resignados a la negativa del Gobierno, han buscado métodos alternativos para colarse en esta «tierra de oportunidades». Otros, a la desesperada, han pedido a sus amigos españoles que les contraten aunque en realidad no desempeñen ningún trabajo para ellos.

Carlos, argentino de 30 años, llegó a España hace dos. Vino con un permiso de estudiante que tenía los meses contados. Cuando caducó, empezó a preocuparse por su situación: «Me convertí en irregular. Así, lo llaman ustedes, ¿no? Tiene gracia. Irregular –reitera–. Ahora estoy a punto de convertirme en “regular” y no porque el sitio en el que trabajo me haya hecho un contrato, sino porque una amiga mía, fotógrafa, ha decidido echarme una mano y ha dicho que soy su administrativo. Ya ha hecho todo el papeleo y ahora sólo queda que me digan que soy un ciudadano apto, regular», dice con ironía.

Contrato por amistad.

Para que Susana –así se llama la amiga– lo contratase, Carlos no hizo nada en especial: «Somos amigos. Hoy por mí, mañana por ella. La verdad es que no tuve que rogarle, casi se prestó. No deja de ser una p*t* –para ella, claro está–. Imagínate que a mí me echan de mi laburo actual. Es ella la que responde por mí. Se supone que es la que está pagando mi Seguridad Social. Es todo un maldito quilombo, un lío», dice.

Carlos divaga. Se pierde. A ratos se enfada. Al final, llega a un acuerdo consigo mismo: «Me llama la atención que la gente no pueda trabajar de lo que es, pero lo cierto es que cuando yo vivía en Buenos Aires jamás me paré a pensar en si la mujer que limpiaba en casa de mis padres, que era peruana, había estudiado algo en su país o si se dedicaba a otra cosa. Luego llegas aquí y te das cuenta de que los únicos trabajos que te ofrecen son trabajos de mierda con sueldos de mierda. No puedes decir nada porque, al fin y al cabo, estás casi de prestado. O es como hacen que te sientas».

«A mí, al final, me ha salido todo bien. He estado dos años haciendo trabajos de mierda con sueldos de mierda, pero al final he encontrado lo que buscaba: trabajar componiendo música. ¿Cuál es el problema entonces? –se pregunta– Que en el estudio de grabación para el que trabajo no me hacen contrato. Al principio, se mostraron solícitos pero lo de pagar Seguridad Social cuando pueden no hacerlo... Vamos que he tenido que recurrir a Susana. Ellos pasaban», dice.

Carlos espera ahora un monosílabo del Ejecutivo. Espera un sí. Aguarda a lo mismo que María, Sonia, Irene, Susana. Ellas han buscado también el amparo de los conocidos. Y lo han conseguido. Algunas familias para las que trabajan como empleadas de hogar por horas han decidido decir que son internas o que trabajan todos los días. Estas familias ejercerán de responsables subsidiarias. Sus empleadas –una dominicana, una peruana, una colombiana y una cubana– serán las que cumplan con sus obligaciones y paguen su Seguridad Social. Las familias servirán única y exclusivamente como tapadera.

Contratos por solidaridad.

Para llegar a estas soluciones; para conseguir que alguien acceda a hacer un contrato falso, no necesariamente tienes que echar mano de conocidos o de amigos. Según pudo saber una redactora de LA RAZÓN, que se hizo pasar por una inmigrante desesperada, hay ONG que están facilitando este tipo de trámites. Un responsable de Justicia y Paz en Tarrassa (Barcelona) explicó que la organización como tal no estaba implicada en casos de este tipo, pero admitió que, «a título particular, hay voluntarios que lo están haciendo». Es más, su recomendación fue que, en lugar de hacer un contrato que obligase a darse de alta en la Seguridad Social y a pagar las cuotas correspondientes, se optase por otra fórmula que consistía en convencer a otra persona para acreditar que se trabaja como empleada de hogar 15 horas semanales en dos domicilios diferentes.

Esta fórmula de trabajo discontinuo en el servicio doméstico (se exige un mínimo de 30 horas semanales) obliga al extranjero a tramitarse sus papeles. Lo único que se le exige es presentar una copia compulsada de la documentación que acredite la identidad del cabeza de familia al que prestará servicios. Es por ello por lo que el responsable de esta ONG advirtió que este era un procedimiento «menos comprometido» para el empleador.

De todos modos resulta difícil que un inspector de trabajo pueda personarse en un domicilio particular para comprobar si efectivamente un inmigrante acude o no a limpiar una casa y tiene una situación normalizada, de acuerdo con fuentes de la Seguridad Social. Es por ello por los que muchas foráneas que se dedican a la prostitución acaban dándose de alta como empleadas de hogar, según informaron las mismas fuentes.

Despedidos.

En las empresas la situación es diferente. A muchos inmigrantes la regularización les ha costado el despido. El temor a una inspección de Trabajo y a las multas millonarias de la Ley de Extranjería para el que tenga empleado a un inmigrante «sin papeles» llevó a muchos empleadores a prescindir de estos trabajadores antes que hacer frente a las cuotas de la Seguridad Social. No en vano, ayer volvieron a salir a la calle muchos de los que se han quedado fuera para reclamar «papeles para todos». Ocurrió en Barcelona. Unas 300 personas, de acuerdo con la Guardia Urbana, se manifestaron por el centro de la ciudad en solidaridad con los que no podrán regularizar su situación. También ayer, un colectivo de inmigrantes, los argentinos nietos de españoles, se agarraban a un clavo ardiente: una promesa electoral del PSOE. Así, reclamaban su derecho a la nacionalidad española. Se consideran «los grandes olvidados» por España y en especial por el Gobierno socialista que, cuando formaba oposición, apoyaba esta demanda y ahora, según el colectivo, parece haberla dejado de lado. A través de una carta, pidieron a la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí –con las palabras que ella misma utilizó cuando era secretaria de Políticas Sociales y Migratorias del PSOE– que cumpla sus «compromisos»

Sin embargo, para otros muchos, la regularización del Gobierno ha supuesto una oportunidad única de ver cumplidos unos deseos que parecían inalcalzables sea como sea. El proceso de regularización también ha activado una nueva forma de fraude, el que se hace por caridad.

Extraído de:

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Ya veis, este proceso es un completo FRAUDE.


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El fraude es el que hacen los empresarios de este país sin hacer contratos a sus trabajadores aprovechandose que son inmigrantes.
Les pagan menos, no pagan su seguridad social y al final lo pagamos todos.
El proceso en si, seguramente sea un fraude, pq esta gente seguira estando aqui con las mismas condiciones de trabajo, con lo cual, no valdra para nada, pero no por culpa del gobierno, si no de los empresarios que no se dignan a pagar a la gente como toca.
Me hace gracia q a mucha gente os joda el tema de la inmigracion cuando hay mucha otra q se beneficia bastante. Un español nunca aceptara trabajar en esas condiciones a no ser que este muy desesperado y un inmigrante no tiene la suficiente fuerza como para oponerse.
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Me jode tanto que se beneficien como que haya ilegales en nuestro país. Soy un amante de la legalidad, en todos los aspectos, y se debería empapelar al empresario que comercia con ilegales, así como deportar a todo ilegal detectado.


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Era lógico que esto pasase, solo cabe ver cuantos "empresarios" se han lucradode esta manera dando trabajos ficticios.

La verdad es que da igual como lo hagan siempre fraudes y trabajadores ilegales.

Saludos
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