Nuestra gente en casa

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Pues eso que nuestra gente se viene para casa, espero que todo vaya bien y lleguen sanos y a salvo

Mi mas sincero reconocimiento para ellos..






Todos los militares españoles abandonan el territorio iraquí y adelantan la retirada hacia Kuwait

José Bono declara a ABC que la operación ha sido un éxito "gracias a la labor de los magníficos profesionales" que tiene el Ejército español

LAURA L. CARO/


Uno de los vehículos del convoy español cruza la frontera de Kuwait en presencia de la enviada especial


ABDALY (KUWAIT). Ya están todos fuera de Irak. Cansados, con la cara quemada por el sol y ajenos por completo a la expectación que ha rodeado la retirada, los últimos cuatrocientos soldados españoles procedentes de Diwaniya llegaban ayer a territorio kuwaití a bordo de un convoy de 110 vehículos polvorientos y al rojo vivo por el calor, después de diez horas de camino por el desierto sur iraquí, que más parece el fin del mundo. A las 15,12 hora local, una hora menos en la península, el BMR de cabeza atravesaba como si nada el puesto fronterizo. El termómetro marcaba 48 grados centígrados.

Detrás venían los blindados de escolta, los camiones de la empresa que ha servido la comida en la Base España, seis autobuses con la tropa, los sanitarios, el vehículo de bomberos, los trailers con las transmisiones, los petates, más escolta... cincuenta minutos de convoy lento y pesado y un solo mensaje: el del general al frente de la Unidad de repliegue, José Antonio Muñoz, al ministro de Defensa con la notificación feliz de la «misión cumplida, sin novedad». Eran las cuatro y tres minutos de la tarde en Kuwait, nueve meses y veintiún días después de que los primeros militares españoles de la Brigada «Plus Ultra» pisaran suelo iraquí el 30 de julio de 2003.

La retirada se completaba sin que se hubiera deslizado un solo dato que hiciera sospechar tanta rapidez: seis jornadas antes de la fecha tope señalada para el 27 de mayo. «Gracias a la labor de los magníficos profesionales», decía José Bono a ABC por teléfono, en la que -confesaba- era su primera conversación serena y sin la presión del secretismo que se ha mantenido durante toda la operación. «Por primera vez en un mes hablo tranquilo, tengo puesta ropa informal, y estoy en mi casa con mi familia, celebrando que todo ha salido bien», añadía distendido y sin poder ocultar la emoción que le hacía temblar la voz. Emoción también la del general Muñoz, que se bajaba del coche ya en Kuwait con la sonrisa amplia, tendiendo la mano a los periodistas. Con elogios para todos los miembros de la Unidad, contento porque han vuelto «todos» y «todos han empujado hacia el mismo lado» para conseguirlo en tiempo record. Embargado por la satisfacción del «deber cumplido» y por haber vivido «una experiencia profesional única».

Con disimulo

Sus primeras palabras fueron para preguntar por Fran Sevilla, el reportero de RNE capturado por insurgentes en Nayaf, en aquellos momentos ya liberado. Fran Sevilla que, por cierto, se quedó la noche anterior en Base España hasta las diez de la noche, y por poco no retrasa la hora de salida del convoy, puesto que medio campamento detuvo la recogida para evitar que se pudiera descubrir que ya tenían un pie en la calle.

Ya en territorio amigo, el ritual de quienes se traían consigo la bandera arriada la tarde anterior -eso sí, en el máximo secreto-, fue el de siempre: despegarse el chaleco del cuerpo y el casco de la cabeza, que es como quitarse el peso del mundo de encima, y estirar las piernas. No en el blindado de cabeza, al mando del teniente Javier Olmedo, donde aguantaron la uniformidad y el tipo un buen rato para que la cámara enviada por el Ejército a inmortalizar el paso de la frontera captara una imagen con poderío. «¿Qué tal ha ido el viaje?, bien, muy bien», el dedo pulgar en alto y muchas sonrisas. Ni una queja a pesar del sol implacable, -algunos vehículos no llevan aire acondicionado, y otros, como el que transportó al equipo de Portavoces de la Unidad, descubrió el botón cuando llevaban siete horas de camino-, ni por el incidente del camión cisterna que se averió dos veces nada más salir de Diwaniya, y tuvo parado el convoy más de una hora. Otros, como el legionario Antonio Jiménez, de Córdoba, se entregaban tranquilos al placer de un bocadillo de chorizo hábilmente conseguido en la cocina antes de salir, y desde lo alto de un BMR un compañero hacía el chiste «has visto que vacaciones tan cortas... un mes, y ya se acaban». Parada corta, y de nuevo a los coches para seguir hasta el desolador cuartel de tránsito Camp Virginia, unas dos horas a la velocidad parsimoniosa de las caravanas militares, para esperar ya sólo fecha y hora del vuelo que les llevará a casa. El último aterrizará en España el próximo lunes. El teniente José Luis Puig podrá ver a su hijo y a su esposa, que espera un bebé. El comandante León llegará a Sevilla deseando ver a la familia, como el general Muñoz, que echaba de menos ayer una cerveza bien fría.

Último vuelo

A las 16,30 horas del lunes está prevista la llegada a la base militar de Torrejón de Ardoz del avión que trasportará al último gran grupo de militares españoles procedente de Kuwait, con el que viajará el general que está al mando de la Unidad de Repliegue, José Muñoz. Allí estará para recibirles el ministro de Defensa, José Bono, y se dará prácticamente por finalizada la misión desarrollada en Irak, en la que han participado unos 2.600 militares españoles. No obstante, no serán los últimos del todo, ya que un pequeño grupo hará el tránsito hasta la península a bordo de los buques de transporte, en la que serán cargados, entre otros, los blindados que han prestado servicio en Irak, y que tardará en llegar a puerto español unas dos semanas.

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