quote:Originalmente escrito por axafran Bueno y cuando hace ya 35 años de la Falta del Caudillo de España, Francisco Franco, me viene la siguiente pregunta: ¿Deberíamos quitar la Cruz que luce el Valle de los Caídos? o por contra deberíamos dejarlo como monumento a la memoria de uno de los Jefes de Estado Español.
Debatamos, desde el respeto y la tolerancia.
Falta del Caudillo de España???
Respeto? tolerancia?
Díselo a los que se cargaron en el garrote vil durante 40 años!
quote:Originalmente escrito por juan1962 No es así; los restos de José Antonio Primo de Rivera fueron inhumados en el altar mayor del Valle de los Caídos en marzo de 1.959, trasladados desde el Monasterio de El Escorial.
Tras esta precisión, decir que ESPERO que se deje a los muertos descansar en paz de una vez.
Saludos
Tienes razón. Hablaba de memoria y he metido la pata con las fechas. En efecto, fue así como dices.
Eso de que fue el rey quien decidió enterrar a Franco en el Valle de los Caídos suena a chiste. Seguramente se aprovechó de que el pobrecito no podía ofrecer resistencia y que su familia pasaba del tema...O tal vez que, al igual que cualquier dictador, sus delirios de grandeza y el suponerse un elegido por la gracia de Dios, le hiciese tenerlo planeado y atado antes de su expiración.
Por otro lado, creo que es conveniente permitir a cada uno hacer con sus muertos lo que le venga en gana.
Pienso que se debe conservar como un símbolo de la vergüenza que supuso esa época de nuestra historia.
Otra cosa muy distinta es que los restos de Franco y José Antonio estén allí. Deberían estar en paradero desconocido para que los pocos simpatizantes que quedan no tengan un sitio donde ir a venerarlos.
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El mundo se hizo al contrario de mi imagen y mi semejanza.
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Otra cosa muy distinta es que los restos de Franco y José Antonio estén allí. Deberían estar en paradero desconocido para que los pocos simpatizantes que quedan no tengan un sitio donde ir a venerarlos. [/B]
Lo que se debería hacer es lo que hicieron los aliados con los cadáveres de los jerarcas nazis, tras las sentencias a muerte de Nuremberg. Incinerarlos y después arrojar las cenizas en un punto indeterminado del océano.
