.Patxi Igandekoa.- A todo aquel que durante las últimas semanas haya pasado por delante de la tienda de librería y electrónica de El Corte Inglés en la Gran Vía de Bilbao le habrá extrañado el espectáculo de una obra de reforma en la planta baja que día a día parecía eternizarse. ¿Tanto tiempo para cambiar de sitio unos cuantos separadores y stands de mercancías? Esto no es normal. Seguro que tienen algún problema con los gremios y la dirección está que se sube por las paredes. Ya se sabe: en este país las cosas funcionan asi.
En vísperas de Navidad, y para mayor satisfacción y jolgorio del consumidor, no tardamos en enterarnos de cuál era la razón de tanta demora, cuando de pronto vemos abierto, en plena milla financiera y comercial de la Noble Villa, una tienda Samsung de dimensiones colosales, comparable a las que podríamos encontrar en Madrid o Barcelona: amplia, resplandeciente, llena de luz y decorada con tonos de gris suave y mucho plástico transparente por todas partes. Aunque parezca un establecimiento más, inaugurado con un despliegue de medios acorde a la ocasión y multitud de curiosos haraganeando entre los stands, este hecho tiene su importancia en la historia económica de Bilbao. Vamos a ver algunas claves que nos permitirán entender por qué.
En primer lugar no es ninguna firma de emprendedores apoyados por capital riesgo quienes se hacen cargo de la empresa, sino una casa conservadora, bien asentada en el tejido social de la ciudad y de rancia tradición como El Corte Inglés, que ni siquiera cotiza en los mercados de valores y en la que el cliente, nada más entrar, tiene ya la impresión de que allí la gestión del inventario es más importante que la satisfacción del consumidor. Pero no importa, lo toleramos porque la calidad y los precios son aceptables, y además, en el fondo a los bilbaínos les gusta que les traten asi, con oficiosidad funcionarial y un poco de desprecio. Muchas veces me he preguntado por qué el Corte Inglés pierde el tiempo molestando a sus clientes con ofertas de tarjetas de fidelización y otras bobadas por el estilo. Como si tuvieran la opción de comprar en otra parte.
El Corte Inglés se ha hecho con la vida comercial de Bilbao a base de triunfar donde otros fracasaban, porque solo ellos saben cómo funciona la cabeza del consumidor bilbaino, y comprar locales estratégicos no solo para utilizarlos, sino también para impedir que otros lo hicieran. El hecho de que una empresa comercial como esta decida alojar en sus dependencias una tienda de smartphones, tabletas, cámaras fotográficas y otros infames cacharretes de alta tecnología, dedicándole además una cantidad de espacio derrochadora y totalmente fuera de proporción con la cantidad de género exhibido, solo quiere decir una cosa: Samsung no está en Bilbao para tantear el terreno. Ha venido a quedarse. Y su negocio –junto con el de El Corte Inglés, por supuesto- puede ser más rentable o al menos más importante desde un punto de vista estratégico de lo que parece.
¿Qué ha sido de las flamantes tiendas de Apple, con su ambiente infantilmente elitista y sus cursillos de formación visibles desde la calle, a los que iban cuatro gatos persuadidos por sus empresas? ¿Qué se hizo de su equipo de dependientes desmotivados y vestidos como predicadores de la Iglesia de los Ultimos Días, su deslucido glamour remanente de la herencia visionaria de Steve Jobs, su miserable gama de telefonillos inteligentes que además hay que comprar por Internet, porque muchas Apple Stores no tienen stock suficiente para atender a la clientela como Dios manda, sus ridículas y carísimas tabletitas, y pare usted de contar, pues el esfuerzo de recordar lo que queda no merece la pena?
De todos modos,¿a quién le importa? Apple languidece, y, lo que es peor, aburre. Y este sí que es un pecado capital en el mundo del consumo. Aburre todavía más en Bilbao en comparación con la macrotienda de los coreanos, donde el cliente puede entrar y disfrutar con la contemplación de una gama de aparatos mucho más variada que la de Apple -¡incluso relojes conectados a Internet y unos extraños híbridos entre smartphone y cámara fotográfica! Y los dependientes no los apartan detrás de ninguna vitrina como si fueran reliquias, sino que los colocan sobre sus stands para que la gente los vea, los toque e incluso los pruebe.
Y lo mejor de todo no lo hemos mencionado aun: los precios. Por la mitad de lo que cuesta un iPad de nueva generación el público puede elegir entre varios modelos de tableta equipada con sistema operativo Android, gratuito y de código libre, con unas características técnicas y unas prestaciones que –el que esto escribe puede dar fe de ello por ser autor de un libro de próxima publicación sobre análisis forense de dispositivos móviles- ya son iguales a las de Apple y en algunos casos, como en el de tabletas con pantallas de muy alta definición (¡2560 x 1600 pixels!) a precios inferiores a los 700 euros- las exceden con creces.
No confundan la verdadera intención de este artículo. El autor no está a favor de Samsung ni de Apple, ni de un concepto de sistemas operativos de código libre frente a otro basado en desarrollos propietarios, sino únicamente a favor del usuario. Y para los fines que este persigue con la compra de un teléfono inteligente o una tableta, lo único que interesa saber es que ambos sistemas –Apple y Android- permiten hacer más o menos las mismas cosas: hablar con la cuadrilla, navegar por Internet, mandar mensajes SMS y de correo electrónico. Todo lo demás no es más que forofismo cazurro y manipulado por grandes intereses empresariales y los medios de comunicación. Ah, se me olvidaba: y también política de precios.
Lo único que se puede decir con respecto a la reapertura de la reformada planta baja de El Corte Inglés en la Gran Vía de Bilbao es que el desafío de Samsung resulta de gran provecho para el consumidor, y además bastante meritorio, por tener lugar en medio de la peor crisis económica de los últimos tiempos y haber sido lanzado el guante no contra una cadena comercial como Eroski o la Fnac, sino nada menos que contra el coloso de la manzanita con sede social en Cupertino, California. Hasta ahora los bilbaínos sabían poco de Corea del Sur: que era un país dividido que hace la competencia a nuestros astilleros, de buenos cineastas, con mujeres muy guapas y poco más. Ahora lo van a conocer mejor gracias a Samsung.
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![[NOTICIA] Samsung al ataque en Bilbao!](http://static.deia.com/images/2013/12/04/samsungbilbo_18090_1.jpg "Pulsa para ver a tamaño real")