Ha firmado por 5 temporadas
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Cesc Fábregas ya es jugador del Barça
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Podrían hacer un culebrón o fouilleton como dicen los franceses, y venderlo por todas las cadenas latinoamericanas. Amortizaban el dinero y la audiencia estaba asegurada incluyéndome a mí mismo y eso que no he visto ninguno, pero la historia de este fichaje en tres largos años dá para eso y mucho más
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quote:
Originalmente escrito por hermoso69
No me lo puedo creer!! Ha sucedido!!
Podrían hacer un culebrón o fouilleton como dicen los franceses, y venderlo por todas las cadenas latinoamericanas. Amortizaban el dinero y la audiencia estaba asegurada incluyéndome a mí mismo y eso que no he visto ninguno, pero la historia de este fichaje en tres largos años dá para eso y mucho más
S2
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Como culé, encantado con el fichaje.
No sé si era lo más necesario, pero como no lo tengo que pagar yo...
¡Que fichen un central ya!
P.D: Ayer vi la segunda parte del Francia - chile en GolT y me quedé impresionado con Alexis. No lo había visto jugar, y me gustó mucho. Vaya chispa tiene.
No sé si era lo más necesario, pero como no lo tengo que pagar yo...
¡Que fichen un central ya!
P.D: Ayer vi la segunda parte del Francia - chile en GolT y me quedé impresionado con Alexis. No lo había visto jugar, y me gustó mucho. Vaya chispa tiene.
---> Ez daukanak ongi ohi daki, eukitzea zein den ona. <---
Tarifa del RATONCITO Y EL ELEFANTE MUY GRANDE de
Tratos OK --> regher, miniwas, sedile04, bertanchu, minguell4, ps2r6, konpeti, javilm, kerb31, juanescu y rayo492.
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El Periódico
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Grandísimo fichaje , enorme fichaje
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2.015
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Yo tampoco!!! jajajaja
quote:
Originalmente escrito por hermoso69
Lo siento, no he podido evitarlo
Yo tampoco!!! jajajaja
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Je, je
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Originalmente escrito por hermoso69
Lo siento, no he podido evitarlo
Je, je
davigarma ha adjuntado esta imagen:
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Cesc no es un capricho
12 AGO 2011 15:41
By Francsico Cabezas
La ambición es, en ocasiones, un arma de doble filo. Cuando un equipo como el Barcelona ha alcanzado el estatus de obra maestra y referencial, pocas opciones quedan para salir del embrollo.
Una, la seguida en su día por Johan Cruyff, consiste en colocarse un peldaño por encima de la idea, retorcer el proyecto, hacerlo inaccesible, intentar darle una vuelta de tuerca imposible de descifrar por la crítica (jugándose los cuartos con Korneyev, Cela, Escaich, su hijo Jordi o su yerno Angoy), con el consiguiente peligro de caricaturizar el producto hasta el extremo.
Otra, la seguida en este caso por Guardiola, la de intentar perpetuar un mismo ciclo sin convertirse en el pantocrátor de la escena. La idea inicial nunca debe perder su protagonismo, y la única forma de mantenerla es rejuveneciendo esas piezas que permitan que la orquesta siga tocando la misma melodía, sin lugar a estridencias, evitando falsetes que destrocen la composición.
Pocos futbolistas hay en el mercado que puedan darle continuidad al particular estilo del Barcelona. Quizá de los pocos, por no decir el único, sea Cesc Fàbregas, jugador que debería asegurar el futuro de la filosofía junto a Thiago o Sergi Roberto cuando los tendones de Xavi digan por fin basta o cuando Iniesta comience a pagar el tremendo esfuerzo de los últimos tiempos.
No sólo eso. Para que la maquinaria azulgrana funcione, la complicidad con Messi se hace indispensable. Cesc, compañero del argentino en las categorías inferiores del Barcelona, es de aquellos elegidos que sabe descifrar al argentino (algo en lo que Thiago todavía debe trabajar, si antes no sale escaldado de la batalla cainita en la que intentan involucrarle). Quien no encaja con Messi, no juega. Así de crudo, así de claro.Puestos a abrazar conflictos morales, quizá sea difícil de entender por qué el Barcelona, que se declara adalid de la austeridad y presume de obligar a sus empleados a hacer fotocopias en blanco y negro y no en color, contribuye a seguir inflando la burbuja futbolística mientras el mundo insiste en irse a la porra. O por qué el campéon de Liga y Champions, después de rascarse el bolsillo generosamente con Alexis -y descuida el necesario fichaje de un central-, vuelve a abrir la caja de caudales de par en par por Cesc, un futbolista que, a los 16 años, optó por huir del Camp Nou utilizando la manida treta del cambio de residencia.
Entonces, aquella primavera de 2003 en la que el desgobierno en la entidad azulgrana era total (Gaspart y Reyna habían dejado el club al borde de la bancarrota mientras Joan Laporta preparaba el terreno para tomar la poltrona), Cesc no encontró respuestas a sus inquietudes. Los obstáculos para acceder al primer equipo le parecían imposibles de salvar (y eso que Xavi aún arrastraba un alud de críticas e Iniesta no era más que una promesa), mientras que en el Arsenal, un tipo ducho en la psicología infantil como Arsène Wenger le prometía un futuro esplendoroso a su vera. Quién sabe qué hubiera ocurrido si Cesc se hubiera aferrado entonces a su sueño azulgrana.
En la temporada 2002-2003, Álex García, ahora técnico del Dinamo Tiflis de Georgia, entrenó a una de las mejores generaciones que ha dado nunca el fútbol base español. En aquel grupo cadete, “un equipo que competía durante la semana para entrenar el domingo”, según suele contar García, formaban jugadores como Piqué, Cesc, Messi o Víctor Vázquez. Lo ganó todo aquella temporada sin perder un solo encuentro (Liga, Copa Catalunya y Campeonato de España). Pero de aquel grupo de chavales, sólo Messi –y hablamos del mejor jugador del mundo- pudo triunfar en el Camp Nou sin escalas previas. Cesc apostó por el Arsenal. Piqué, por el Manchester United. Y Víctor Vázquez, al que los técnicos veían como el mejor de su generación y que optó precisamente por permanecer en el barco a la espera de su momento, fue el que salió peor parado. Este verano, tras 15 años en el Barcelona, ha tenido que exiliarse al Brujas. La otra cara de La Masia.
Cesc, en sus ochos años en Inglaterra, ha progresado quizá más de lo que lo hubiera hecho en el Barcelona. Tanto a nivel futbolístico - ha pasado de ser un mero organizador a un jugador capaz de monopolizar el centro del campo-, como a nivel personal. Los técnicos de las categorías inferiores del Barça suelen recordar que Cesc era una chico más bien tímido y retraído, sólo capaz de expresarse sobre el terreno de juego y con el balón de por medio, “muy a lo Messi”. Pero también poco dado al forcejeo y a la brega. Ahora vuelve como capitán del Arsenal, después de haberse atizado con un sinfín de estibadores en la Premier, y con un perfil combativo y agresivo que el Barcelona agradecerá.
La llegada de Cesc no responde al último capricho de un Guardiola al que se le suele acusar de tener poca vista con los fichajes (Martín Cáceres, Hleb, Chigrinski o Ibrahimovic). Tampoco a la obligación moral de la directiva de Sandro Rosell, exigido tanto por su entrenador como por la afición, después unas negociaciones cansinas hasta el extremo, retransmitidas en directo, y del fiasco del curso pasado. El nuevo cuatro llega, en realidad, para garantizar la herencia de este Barcelona. Que no es poco.
S2
Mes que un club, el blog de Francisco Cabezas
http://www.elmundo.es/blogs/deporte...n-capricho.html
12 AGO 2011 15:41
By Francsico Cabezas
La ambición es, en ocasiones, un arma de doble filo. Cuando un equipo como el Barcelona ha alcanzado el estatus de obra maestra y referencial, pocas opciones quedan para salir del embrollo.
Una, la seguida en su día por Johan Cruyff, consiste en colocarse un peldaño por encima de la idea, retorcer el proyecto, hacerlo inaccesible, intentar darle una vuelta de tuerca imposible de descifrar por la crítica (jugándose los cuartos con Korneyev, Cela, Escaich, su hijo Jordi o su yerno Angoy), con el consiguiente peligro de caricaturizar el producto hasta el extremo.
Otra, la seguida en este caso por Guardiola, la de intentar perpetuar un mismo ciclo sin convertirse en el pantocrátor de la escena. La idea inicial nunca debe perder su protagonismo, y la única forma de mantenerla es rejuveneciendo esas piezas que permitan que la orquesta siga tocando la misma melodía, sin lugar a estridencias, evitando falsetes que destrocen la composición.
Pocos futbolistas hay en el mercado que puedan darle continuidad al particular estilo del Barcelona. Quizá de los pocos, por no decir el único, sea Cesc Fàbregas, jugador que debería asegurar el futuro de la filosofía junto a Thiago o Sergi Roberto cuando los tendones de Xavi digan por fin basta o cuando Iniesta comience a pagar el tremendo esfuerzo de los últimos tiempos.
No sólo eso. Para que la maquinaria azulgrana funcione, la complicidad con Messi se hace indispensable. Cesc, compañero del argentino en las categorías inferiores del Barcelona, es de aquellos elegidos que sabe descifrar al argentino (algo en lo que Thiago todavía debe trabajar, si antes no sale escaldado de la batalla cainita en la que intentan involucrarle). Quien no encaja con Messi, no juega. Así de crudo, así de claro.Puestos a abrazar conflictos morales, quizá sea difícil de entender por qué el Barcelona, que se declara adalid de la austeridad y presume de obligar a sus empleados a hacer fotocopias en blanco y negro y no en color, contribuye a seguir inflando la burbuja futbolística mientras el mundo insiste en irse a la porra. O por qué el campéon de Liga y Champions, después de rascarse el bolsillo generosamente con Alexis -y descuida el necesario fichaje de un central-, vuelve a abrir la caja de caudales de par en par por Cesc, un futbolista que, a los 16 años, optó por huir del Camp Nou utilizando la manida treta del cambio de residencia.
Entonces, aquella primavera de 2003 en la que el desgobierno en la entidad azulgrana era total (Gaspart y Reyna habían dejado el club al borde de la bancarrota mientras Joan Laporta preparaba el terreno para tomar la poltrona), Cesc no encontró respuestas a sus inquietudes. Los obstáculos para acceder al primer equipo le parecían imposibles de salvar (y eso que Xavi aún arrastraba un alud de críticas e Iniesta no era más que una promesa), mientras que en el Arsenal, un tipo ducho en la psicología infantil como Arsène Wenger le prometía un futuro esplendoroso a su vera. Quién sabe qué hubiera ocurrido si Cesc se hubiera aferrado entonces a su sueño azulgrana.
En la temporada 2002-2003, Álex García, ahora técnico del Dinamo Tiflis de Georgia, entrenó a una de las mejores generaciones que ha dado nunca el fútbol base español. En aquel grupo cadete, “un equipo que competía durante la semana para entrenar el domingo”, según suele contar García, formaban jugadores como Piqué, Cesc, Messi o Víctor Vázquez. Lo ganó todo aquella temporada sin perder un solo encuentro (Liga, Copa Catalunya y Campeonato de España). Pero de aquel grupo de chavales, sólo Messi –y hablamos del mejor jugador del mundo- pudo triunfar en el Camp Nou sin escalas previas. Cesc apostó por el Arsenal. Piqué, por el Manchester United. Y Víctor Vázquez, al que los técnicos veían como el mejor de su generación y que optó precisamente por permanecer en el barco a la espera de su momento, fue el que salió peor parado. Este verano, tras 15 años en el Barcelona, ha tenido que exiliarse al Brujas. La otra cara de La Masia.
Cesc, en sus ochos años en Inglaterra, ha progresado quizá más de lo que lo hubiera hecho en el Barcelona. Tanto a nivel futbolístico - ha pasado de ser un mero organizador a un jugador capaz de monopolizar el centro del campo-, como a nivel personal. Los técnicos de las categorías inferiores del Barça suelen recordar que Cesc era una chico más bien tímido y retraído, sólo capaz de expresarse sobre el terreno de juego y con el balón de por medio, “muy a lo Messi”. Pero también poco dado al forcejeo y a la brega. Ahora vuelve como capitán del Arsenal, después de haberse atizado con un sinfín de estibadores en la Premier, y con un perfil combativo y agresivo que el Barcelona agradecerá.
La llegada de Cesc no responde al último capricho de un Guardiola al que se le suele acusar de tener poca vista con los fichajes (Martín Cáceres, Hleb, Chigrinski o Ibrahimovic). Tampoco a la obligación moral de la directiva de Sandro Rosell, exigido tanto por su entrenador como por la afición, después unas negociaciones cansinas hasta el extremo, retransmitidas en directo, y del fiasco del curso pasado. El nuevo cuatro llega, en realidad, para garantizar la herencia de este Barcelona. Que no es poco.
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Mes que un club, el blog de Francisco Cabezas
http://www.elmundo.es/blogs/deporte...n-capricho.html
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