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Telefónica se ha encontrado con un problema en su aproximación al lanzamiento del 4G. A la espera de la ansiada banda de 800 megahercios (MHz), el dividendo digital que el Gobierno debe liberar en algún momento a partir de 2014 -aunque la incertidumbre sobre la fecha exacta de su llegada se mantiene y está condicionando la estrategia de todos los operadores- Telefónica no puede usar su banda de 1800 Mhz para desplegar 4G porque la tiene llena de clientes de GSM. Eso hace que pueda verse en problemas si los lanzamientos comerciales de sus rivales anunciados inicialmente por Yoigo, luego por Orange y finalmente por Vodafone -pero que curiosamente se van a concretar comercialmente en el mismo orden pero en sentido inverso (Vodafone ya ha lanzado su servicio acompañado de una abrumadora campaña de marketing, a la que seguirá Orange el 8 de julio y Yoigo el 18 del mismo mes)- tienen un gran éxito comercial y arrebatan a Movistar algunos miles, decenas de miles o centenares de miles de esos clientes de alto gasto y nivel adquisitivo que quieren estar a la última.
Para evitar ese riesgo, Telefónica (como también conté aquí hace unos días) mantiene negociaciones con Yoigo para poder usar la red de 4G que Yoigo está construyendo usando sus frecuencias de 1800 MHz. Pero las negociaciones entre ambos han desbordado el propósito inicial -ya bastante revolucionario en sí, que el pez gordo alquile la red al pez chico- y como publica hoy la edición impresa de EXPANSIÓN tiene unos objetivos bastante más ambiciosos.
Por el momento y si la cosa no se frustra (al parecer las negociaciones están lejos de estar cerradas y han sufrido altibajos) el proyecto que manejan las dos operadoras contempla que además del acuerdo comercial para que Movistar pueda usar el servicio de 4G de Yoigo, las dos operadoras se embarquen en un proyecto de compartición de emplazamientos, los sitios (se les llama sites en inglés) donde se instalan los equipos de telefonía móvil. Un emplazamiento tiene una parte pasiva, que podría llamarse obra civil (la torre, la valla, la acometida eléctrica, etc) y una parte activa, que son los equipos electrónicos y las antenas radiantes. Yoigo ya tiene mucha red compartida, porque de hecho, de sus 4.300 emplazamientos, apenas tiene 1.300 sites construidos en solitario. Pero se trataría de ir mucho más allá, de forma que Yoigo se instalase en los emplazamientos de Movistar al 100% o casi. De esa forma, Yoigo desmontaría los sites que tiene en solitario. Sólo este movimiento ya es muy importante y tendría enormes consecuencias para ambos operadores. Por un lado, después de un coste inicial más alto, reduciría los gastos operativos (opex) a medio y largo plazo, ya que los gastos de mantenimiento de esos emplazamientos compartidos (tener un equipo desplegado por toda la geografía, propio o bajo outsourcing, como acaba de hacer Vodafone, es un gasto importante) se dividirían por la mitad.
Pero además, la coubicación de antenas proporcionaría a Yoigo una ventaja adicional. Y es que tendría acceso a que sus nuevos sites estuvieran conectados directamente por fibra óptica, lo que, sin duda, garantizaría una mejor experiencia de servicio a los clientes, cuando las redes de 4G empiecen a estar tope de capacidad. De nada sirve tener un sistema de transmisión radio de gran caudal (como el 4G) si la transmisión desde la antena a la red troncal del operador se convierte en el cuello de botella, algo que con la fibra óptica está garantizado que no ocurrirá.
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